Relacionistas Públicos

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miércoles, 25 de mayo de 2011

¿Qué es el lobby?

¿Qué es el lobby?

La palabra lobby proviene del inglés y significa sala de estar. A finales del SXIX, llamaban lobbies a los salones situados antes de llegar al recinto de la Cámara de los Comunes en Inglaterra donde comerciantes y políticos conversaban con los diputados con el fin de obtener ciertos favores. De aquí vendría la significación de la actividad que se conoce como lobbying, aunque otras corrientes aseguran que sus orígenes fueron en Washington, aproximadamente en la misma época.
Del lobbying se ha llegado a decir que es el quinto poder después del clásico cuarto poder de la prensa. Otros afirman que es un “gobierno invisible”. El senador norteamericano Caraway, lo ha definido como “todo esfuerzo encaminado a influir en el Congreso respecto de cualquier asunto”. También se h apelado a la definición de “grupos de presión” (preassure groups) englobándose a todos los grupos que actúan sorbe la opinión y los poderes públicos sin que sean partidos políticos. André Mathiot los define como movimientos, asociaciones, sindicatos o sociedades que, para defender los intereses comunes de sus miembros “se esfuerzan por todos los medios a su alcance, directos o indirectos en intervenir en la acción gubernamental, así como en orientar a la opinión pública”. Tales grupos son: fuerzas sociales, económicas y espirituales que actúan de manera organizada. Para algunos teóricos, “La diferencia entre grupo de presión y partido político es que este tiene por objeto la conquista del poder, mientras que aquel busca influir sobre quienes tienen el poder” (Themistocles B, profesor de la Universidad Federal de Rio de Janeiro y Director del Instituto de Derecho Público y Ciencia Política, ha querido ser más explícito: “Bajo la denominación de grupos de presión entiéndase generalmente aquellos grupos organizados para la defensa de intereses propios, de intereses de naturalezas diversas, y que actúan sobre los órganos responsables del Estado para obtener beneficios. Esta es la noción más general de este tipo de organización para la cual, entretanto, se procura un concepto técnicamente más preciso.”) Finalmente el autor sostiene que “un lobbyista es, pues, un persuasor. Si bien resulta preferible seguir adoptando la palabra inglesa, que delimita mucho mejor y más profesionalmente la actividad, ya que el persuasor va más allá de la instrumentación disciplinal, siendo aplicable a cualquier persona que se valga de la razón para obtener su propósito de convencer.
El lobbying forma parte de la ciencia política desde el siglo XX e incluso separa entre grupo de interés, grupo de presión y lobbying y cita a Walter Carnota (en la Expansión de los lobbyistas en Estados Unidos y Europa Occidental) quien afirma:
“El lobby constituye la representación del grupo de presión frente al Congreso (y, por extensión, también ante al administración pública).
En la práctica, repetimos, el lenguaje vulgar no siempre realiza ese distingo, muchas veces distinguiéndose con el término lobby a lo que en realidad es un grupo de presión (así cuando se hace referencia al lobby petrolero, al industrial, al agrario, al sindical, etc.) Sin embargo, debe subrayarse que emplean roles diferenciados, encontrándose el factor grupal de presión en una relación demandante a mandatario con respecto al lobby. Así como se contratan servicios de un abogado o de un contador para determinados asuntos, se recurre a esta especie de profesionales de la presión para hacer conocer los puntos de vista del grupo a tomadores de decisiones políticas”.
Es importante la definición que hace Alberto Borrini:
“El lobbying, aunque conocido y tantas veces denostado como tráfico de influencias, puede ser redimido por su utilidad, reglas de juego más claras y vocación para la información. En este aspecto es un camino de doble mano: y consiste en obtener información para quien toma la iniciativa, digamos la empresa, y en brindalo a quien desea ganar para la causa. Para los legisladores, por ejemplo, un lobbyista profesional suele ser una garantía, por que es respetuoso de las leyes y se desempeña como servicial acopiador de datos. Para cualquier representante del pueblo, la información tiene una importancia estratégica”(en El nuevo lobbying en La Nación, BA 21/05/1991, Alberto Borrini)
Pero también afirma que la clase para ejercer el lobbying es el conocimiento y no la fuerza o la riqueza económica.
Conocimiento de los operadores, conocimiento de la materia y del sector sobre el que se desea influir.
La base de su actividad es la transmisión inteligente y persuasiva de conocimientos específicos sobre un tema determinado y pro supuesto sí se puede evitar la sanción de una ley y sí se puede destruir un decreto en ciernes. Basta para ello hacer entender al legislador o al funcionario los efectos perjudiciales que dicho instrumento legal está acarreando en determinado estamento de la comunidad.
Autor: Armando Alonso Piñeiro. El Quinto Poder: Teoría y práctica del lobbying. Editorial Macchi. 1999. Buenos Aires

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